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Ansiedad: ¿Cómo pasar de la preocupación a la influencia?

La ansiedad es cada vez más frecuente en nuestros tiempos. Sentir tensión y nerviosismo frente a una situación que es vista como amenazante, incierta o preocupante, son reacciones funcionales que tenemos para responder y protegernos. Definimos a la ansiedad como “una emoción caracterizada por sentimientos de tensión, preocupación y cambios físicos como el aumento de presión sanguínea” (definición de la Asociación de Psiquiatría Americana). Todos los seres humanos nos sentimos de esta manera en algún momento de nuestras vidas, siendo una sensación desagradable, incómoda y que nos empuja a la huida o la resistencia.  
La ansiedad es moderada cuando es proporcional en tiempo, duración e intensidad a ese estímulo; por ejemplo, una vez terminada una entrevista laboral, esa ansiedad experimentada desaparece.  

La ansiedad es una respuesta adaptativa, necesaria para la supervivencia y para preservar la integridad y el equilibrio.
Si bien la ansiedad puede ayudar a enfrentar una situación, además de dar un impulso de energía o ayudar a concentrarse, si la preocupación se hace excesiva, desproporcionada o se vuelve permanente puede ser abrumadora.

Ansiedad: ¿Cómo pasar de la preocupación a la influencia?
¿Cuándo la ansiedad deja de ser beneficiosa?

¿Cuándo la ansiedad deja de ser beneficiosa?

Cuando es intensa y desproporcionada, constituyendo así una respuesta no adaptativa, ya que interfiere en el funcionamiento cotidiano; disminuye el rendimiento y persiste más allá de los motivos que la han desencadenado. Por ejemplo, luego de finalizada la entrevista laboral, persiste una preocupación constante e invasiva sobre el resultado de ese encuentro. 

La ansiedad deja de ser beneficiosa cuando su intensidad y duración es excesiva, produciendo efectos negativos sobre la salud y el bienestar y sus síntomas pueden interferir con las actividades diarias, como el desempeño en el trabajo, la escuela y las relaciones entre personas.

¿Por qué es importante diferenciar y definir correctamente nuestras experiencias emocionales? Las nuevas investigaciones científicas, que incluyen la mirada de las neurociencias, han descubierto que el lenguaje no solo es útil para comprender las emociones y comunicarlas, sino que también moldea nuestra experiencia. Esto significa que una misma situación puede generar emociones distintas, como la ansiedad o la expectativa: por ejemplo, un viaje, una cita, una evaluación de desempeño, pueden generar ansiedad o expectativa. La diferencia dependerá de quien describa su experiencia.

Pasando del foco de preocupación al foco de influencia 

La ansiedad es una emoción enfocada en el futuro y cuyos ingredientes son la preocupación y la tensión física. La preocupación es una tendencia mental inútil, pero con una errónea buena fama. Está instalada la creencia cultural de que preocuparse nos prepara para afrontar lo temido y nos transforma en seres responsables y precavidos.  Sin embargo, existen investigaciones que demuestran lo contrario.  Este estado mental sostenido en el tiempo es perjudicial para nuestro bienestar emocional.  La buena noticia es que se puede aprender a modificar esta tendencia mental, pasando de un foco de preocupación a un foco de influencia. Se puede reemplazar la pregunta ¿qué pasaría si…? por ¿cómo puedo abrirme a la experiencia aquí y ahora?  Es posible reorientar la atención al presente, generando un espacio que nos permita decidir qué acción y dirección tomar.

Pasando del foco de preocupación al foco de influencia

Seis pasos para gestionar mi ansiedad:

 

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Reconocer cómo y cuándo surge esta emoción: 

Hacer una pausa consciente y preguntarnos: ¿Qué está pasando ahora? y ¿Cómo me estoy sintiendo física y emocionalmente? Tener un diario de sensaciones puede ser útil para reconocer cómo y cuándo se manifiesta la ansiedad.

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Observar tus pensamientos: 

Los pensamientos ansiosos tienen la característica de hacernos creer que predicen realidades futuras, anticipando y leyendo mentes o personas.  Observarlos es un modo de reconocer que no son reales o que son parciales. 

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Desafiar tus pensamientos negativos: 

Revisar si existe otra explicación de la situación. Cambiar de perspectiva. No es fácil, pero con entrenamiento se logra.

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Enfrentar tu temor: 

Evitar es la estrategia favorita de la ansiedad para cuidarnos, pero a largo plazo bloquea nuestro crecimiento. No hay coraje sin vulnerabilidad. Comenzar con pasos pequeños en dirección a lo temido. 

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Respirar profundamente: 

La respiración es nuestra aliada al momento de regular las emociones, y es una excelente ancla al presente. Tomar tres respiraciones profundas redirige nuestra atención al momento presente. Observar las sensaciones de la respiración en nuestro cuerpo es otra manera de entrenar nuestra atención.

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Cultivar la aceptación de que la incertidumbre: 

Es parte de la vida de todos los seres humanos. 

La invitación es comenzar a transitar este camino a través de un ejercicio corto llamado “Soltar el Ancla”.  El objetivo de este ejercicio es permanecer en el presente conectándote con tus cinco sentidos, en el momento en que la experiencia emocional se torna abrumadora.  No estamos intentando suprimir, cambiar o resistir la ansiedad. Al contrario, este camino es una invitación a amigarse con esta emoción, que si no nos paraliza puede ser muy útil en nuestra vida. 

Autora: Lic. Andrada Vanesa  (MP 95019 / MN 37422)

- Jon Kabat-Zinn. (2012). Vivir con plenitud las crisis. Barcelona, Editorial Kairós. 
- Pema Chodron. (2014). Cuando todo se derrumba. Madrid, Gaia Ediciones. 
- Margaret Cullen/Gonzalo Brito. (2015). Mindfulness y Equilibrio Emocional. Málaga, Editorial Sirio.