¿Qué es la salud mental?
La salud mental hace referencia al bienestar psicológico, emocional y social. Influye sobre nuestra manera de pensar, sentir y actuar en los distintos escenarios de la vida. También incide sobre el modo en el que nos manejamos frente al estrés, en nuestros vínculos interpersonales y en la toma de decisiones. Es muy importante durante las distintas etapas de la vida y es esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico.
Al mismo tiempo, la salud mental no se puede reducir a la ausencia de trastornos mentales, sino que se considera que la misma se da en un proceso complejo, que cada persona experimenta de una manera diferente, con diversos grados de dificultad y angustia, y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes.
Por otro lado, la salud mental es tan relevante como la salud física, y no hay que descuidarla. Cuanto uno mejor trata al cuerpo, mejor trata a la mente. La actividad física aumenta el flujo de oxígeno en el cerebro. Además, incrementa la liberación de endorfinas, las llamadas “hormonas de la felicidad”. Por lo tanto, la gente que se encuentra en mejores condiciones físicas y se ocupa de la misma, podría tener mayores probabilidades de contar con mejores condiciones para su salud mental.
En resumen, la salud mental es importante porque puede ayudarnos a enfrentar el estrés, estar físicamente saludable, mantener buenos vínculos, ser productivos laboralmente, realizar algún tipo de aporte a la comunidad, etc.
¿Cómo cuidar nuestra salud mental?
Se pueden implementar diversas estrategias para preservar o mejorar la salud mental.
Por ejemplo:
Mantener una actitud positiva:
Lo cual no quiere decir que nunca se sientan emociones negativas, como la tristeza o el enojo, de hecho muchas veces esas emociones pueden ayudar a responder en determinadas situaciones, pero el punto es poder correrseluego. También es importante intentar mantener las emociones positivas cuando se las tiene. Por último, descansar de la información negativa (ya sea proveniente de noticieros, redes sociales o rumores, etc).
Practicar la gratitud:
El agradecimiento respecto de aquellas cosas buenas que uno tiene en su vida (desde lo material hasta lo emocional y afectivo). Practicar la gratitud puede ayudarte a ver su vida de manera diferente.
Cuidar la salud física:
En tanto que está conectada con la mental.
• Estar físicamente activo: El ejercicio puede reducir la sensación de estrés y depresión y mejorar el estado de ánimo.
• Dormir lo suficiente: El sueño afecta el estado de ánimo. Si no se duerme bien, uno puede sentirse irritado y enojarse más fácilmente. A largo plazo, no dormir bien puede aumentar la probabilidad de tener depresión. Por ello, es importante asegurarse de tener un horario de sueño regular y dormir lo suficiente todas las noches .
• Alimentarse saludablemente: Una buena nutrición puede ayudar a sentirse mejor físicamente, pero también puede mejorar el estado de ánimo, disminuir la ansiedad y el estrés. Además, no obtener una buena cantidad de ciertos nutrientes puede contribuir a algunas enfermedades mentales. Por ejemplo, puede haber un vínculo entre niveles bajos de vitamina B12 y la depresión.
Conectarse con los demás:
Promover los vínculos, ya que somos seres sociales y es importante tener relaciones fuertes y saludables con quienes nos rodean, como así también distintos tipos de conexiones. Tener una red de contención afectiva también resulta ser un factor importante para el cuidado de la salud mental.
Desarrollar un propósito en la vida:
Ya sea a través del trabajo, lo familiar, social o incluso lo espiritual.
Desarrollar habilidades para enfrentar problemas:
Para poder lidiar con situaciones estresantes.
Técnicas de relajación:
Prácticas que buscan producir una respuesta de relajación natural del cuerpo. Esto hace más lenta su respiración, disminuye su presión arterial y reduce la tensión muscular y el estrés.
Meditación:
Práctica de mente y cuerpo que consiste en enfocar su atención y conciencia. La meditación generalmente requiere de un lugar tranquilo sin distracciones, una postura cómoda y relajada, un foco de atención (por ejemplo la respiración) y una actitud abierta en la cual los pensamientos vayan y vengan sin adherirnos a ellos y sin detenernos a juzgarlos.
Los ejercicios mentales son igual de beneficiosos.
Incorporar ejercicios de destreza mental a la rutina diaria puede brindar beneficios en los años por venir (por ejemplo, los juegos ponen a prueba el razonamiento, son una gran forma de entrenar el cerebro, pero también se puede probar con ejercicios de memoria, lectura, de afirmación, etc). Ciertos ejercicios para entrenar la memoria mejoran la “inteligencia fluida”, es decir, la capacidad de razonar y resolver problemas nuevos.
El autocuidado no es igual para todos y es importante descubrir qué es lo que cada uno necesita y disfruta. Puede ser necesario tener que probar diferentes opciones hasta descubrir qué es lo indicado para uno.
Por otro lado, si bien el autocuidado no es una cura para las enfermedades mentales, poder identificar qué es lo que desencadena sus síntomas leves y qué técnicas de afrontamiento funcionan en cada uno, puede ayudar considerablemente a cuidar nuestra salud mental. Por lo tanto, es importante el registro de uno mismo, observarse para poder conocerse mejor en este sentido y para poder determinar qué es lo que uno necesita (en cuanto a recursos y cuidados) frente a las diversos escenarios que nos va planteando la vida.
¿Cuándo se debe buscar ayuda profesional?
Si bien es importante conservar la salud mental, se sabe que la misma es dinámica y se encuentra sujeta o influenciada por diversos factores (endógenos y/o del ambiente) que pueden afectar de manera negativa en algunos casos, haciendo que fluctúe.
En función de esto, se debe buscar ayuda profesional si se tiene síntomas graves o angustia que han durado dos semanas o más, como:
Cambios en sus hábitos alimenticios o de sueño.
Aislarse de las personas y actividades que disfruta.
Tener nada o poca energía.
Sentirse vacío o como si nada importara.
Tener dolores y molestias inexplicables.
Sentirse impotente o sin esperanza.
Fumar, beber o usar drogas más de lo habitual.
Pensar en lastimarse a sí mismo o a otros.
Sentirse inusualmente confundido, olvidadizo, enojado, molesto, preocupado o asustado.
Tener cambios de humor severos que causen problemas en sus relaciones.
Tener pensamientos y recuerdos que no puede sacar de su cabeza.
Escuchar voces o creer cosas que no son ciertas.
No poder realizar tareas diarias como cuidar a sus hijos o ir al trabajo o la escuela.
Se puede concluir que se debe pedir ayuda cuando sea necesario. Hay que ser sincero con uno mismo y en caso de no sentirse bien, acudir a un profesional de la salud mental, el cuál ayudará a encontrar las herramientas necesarias para sentirse mejor.