En muchas ocasiones, ya sea por situaciones particulares que nos toca atravesar o por la denominada "ley de la vida", los seres humanos nos vemos expuestos a ayudar a otros familiares o seres queridos que atraviesan una enfermedad o simplemente la vejez.
Estar para otros cuando nos necesitan nos genera satisfacción, aunque también, según los períodos de tiempo que dure, la demanda o la gravedad que tenga el caso, puede también llegar a ser muy estresante, afectando la salud del cuidador.
Algunos de los indicadores que evidencian la presencia de estrés en el cuidador son:
Irritabilidad o mal
humor.
Falta de interés
en actividades
personales.
Síntomas de ansiedad
o depresión.
Alteración del
sueño.
Falta de concentración
olvidos.
Cansancio
excesivo.
Desorganización en
las tareas diarias.
Dolores de cabeza
o musculares y
problemas físicos.
Tener estas sensaciones o emociones nos puede llegar a conflictuar, preguntarnos cómo podemos sentirnos así cuando el que está padeciendo o enfermo es el otro, pero es normal y esperable, son señales de que debemos ocuparnos también de nosotros para poder continuar ayudando.
Aprendiendo a cuidar nuestra mente, cuerpo y espíritu
Tengamos en cuenta que cuando cuidamos a otros no solo está implicado nuestro cuerpo ante lo que "debemos hacer", sino también nuestra mente y nuestras emociones.
Fortalecer y cuidar estos aspectos en nosotros es necesario para poder proseguir con la tarea.
Algunas cosas que nos pueden ayudar son:
- En lugar de eliminar actividades personales, disminuirlas en frecuencia o tiempo.
- Darnos tiempo para conversar con amigos, intentando hablar de otros temas que no tengan que ver exclusivamente con la tarea de cuidados del enfermo.
- Apoyarnos en los demás, delegar algunas tareas por mínimas que sean, como pagar impuestos, comprar medicamentos, hacer las compras, permitir que otros se ocupen algunas horas de nuestros hijos, dividir las tareas de limpieza del hogar.
- Buscar grupos de apoyo, tener información y personas que atraviesan lo mismo.
- Tener ayuda profesional para manejar los miedos, sentimientos de culpa, ansiedad, etc.
- Comer de manera saludable.
- Tomar descansos, al menos entre 15 a 30 minutos.
- Hacer pequeñas rutinas de ejercicio, estiramientos, yoga, meditaciones.
- Leer, pintar, dibujar o realizar alguna manualidad que nos guste.
Ante todo es importante respetar y aceptar nuestras limitaciones, hacemos lo mejor que podemos y lo que está a nuestro alcance. Pensar en los aspectos satisfactorios de los cuidados que estamos brindando puede ser gratificante.
Cuando las cosas que hacemos nos ayudan a ser más felices, a sentirnos más livianos, tranquilos o enérgicos, esto cuenta como cuidar de nosotros. Pensemos en las cosas que nos ayudan a sentirnos así.
Referencias:
Autor: Lic Leticia Ferradás
Psicóloga (MP 94598, MN 43531)